¿Hacer deporte en época de exámenes universitarios ayuda o distrae? Si eres estudiante y estás atravesando ese momento del año en el que los apuntes te rodean, el café se convierte en aliado y el tiempo parece no alcanzar, probablemente te preguntes si vale la pena hacer ejercicio físico o si solo te haría perder un tiempo valioso. La realidad es que practicar deporte puede ser una herramienta clave para optimizar tu rendimiento académico y cuidar tu bienestar mental.
En esta guía completa realizada estudiando hábitos de universitarias de Barcelona, te explico con precisión y evidencia científica por qué el deporte no solo es compatible con los exámenes, sino que puede marcar una gran diferencia.
El impacto del deporte en la memoria y la función cognitiva
Diversas investigaciones han demostrado que el ejercicio físico regular potencia la memoria, la atención sostenida y la capacidad de procesamiento de la información. Esto se debe a que durante la actividad física se incrementa el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo cual mejora la oxigenación y el transporte de nutrientes esenciales. En particular, se ha observado que el ejercicio estimula la producción de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), una proteína clave para la neuroplasticidad, que favorece la formación de nuevas conexiones neuronales y, por tanto, mejora la capacidad de aprender y retener información.
Tras una sesión de ejercicio moderado, se registran mejoras en el control ejecutivo, es decir, en la habilidad para planificar, tomar decisiones y mantener el foco en tareas cognitivas exigentes, como las que se requieren en los exámenes. Por tanto, hacer deporte no interfiere con el estudio, sino que puede amplificar su eficacia.
Tipo, duración e intensidad del ejercicio
No todos los tipos de ejercicio producen los mismos efectos. Las investigaciones apuntan a que la actividad aeróbica de intensidad moderada, como correr, nadar o andar en bicicleta durante 20 a 45 minutos, genera mejoras significativas en la función cognitiva. El yoga o el pilates, aunque de menor impacto cardiovascular, ayudan a regular el estrés y mejorar la concentración, siendo ideales para momentos de saturación mental.
Por otro lado, entrenamientos de alta intensidad (HIIT) pueden ser útiles si se realizan en sesiones breves y no cercanas a las horas de estudio o sueño, ya que elevan demasiado la activación fisiológica. En épocas de exámenes, la regularidad y la moderación son más efectivas que la intensidad elevada y esporádica. Hacer ejercicio tres o cuatro veces por semana ya muestra beneficios sostenidos en el rendimiento académico.
Cómo el ejercicio regula el estrés y mejora el sueño
Durante los exámenes, los niveles de estrés y ansiedad se disparan, afectando tanto al estado emocional como al rendimiento mental. Practicar deporte tiene un efecto directo sobre el sistema nervioso: reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) y aumenta los de serotonina y dopamina, lo cual mejora el estado de ánimo, la resiliencia emocional y la percepción del control.
A su vez, el ejercicio mejora la calidad y duración del sueño, un componente esencial para consolidar la información aprendida. Dormir bien después de estudiar favorece el paso de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Las personas que hacen deporte suelen dormirse más rápido, tener un sueño más profundo y despertarse menos durante la noche, lo que se traduce en mayor energía y mejor rendimiento intelectual al día siguiente.
Riesgos de un exceso de ejercicio durante los exámenes
Aunque el deporte es beneficioso, abusar del ejercicio o integrarlo mal en la rutina puede ser contraproducente. Sobreentrenar o ejercitarse sin descanso adecuado puede provocar fatiga física y mental, dificultar la recuperación, e incluso generar frustración si interfiere con las horas de estudio o descanso. Además, realizar sesiones exigentes a última hora del día puede alterar los ciclos de sueño, justo cuando más se necesita descansar bien.
También hay que tener en cuenta el riesgo de lesiones, especialmente si se cambia bruscamente de un estilo de vida sedentario a uno activo sin preparación. En época de exámenes, el objetivo debe ser mantener la actividad física como herramienta de regulación y apoyo, no como desafío de superación física.
Qué dicen las universitarias
Más allá de los datos científicos, las experiencias personales también ofrecen una perspectiva valiosa. Hablamos con varias estudiantes universitarias catalanas escorts en Barcelona para conocer cómo viven el deporte durante los exámenes y qué cambios notan en su día a día. Sus testimonios reflejan una realidad común: hacer ejercicio no solo ayuda a desconectar, sino que mejora la forma en que afrontan el estudio. Si quieres hablar directamente con alguna de ellas para saber más sobre su experiencia, puedes hacerlo desde aquí: https://www.casual-escorts.com/barcelona/universitarias/
Laura, estudiante de Psicología en la Universitat de Barcelona, comenta que salir a correr tres veces por semana “me ayuda a despejarme y volver a los apuntes con más claridad. Me cuesta menos concentrarme después de hacer ejercicio que cuando estoy muchas horas seguidas sentada”.
Nuria, que cursa Arquitectura en la UPC, explica que durante los exámenes intenta no dejar de asistir a sus clases de yoga: “Al principio pensaba que era una pérdida de tiempo, pero me di cuenta de que si no iba, me costaba más dormir bien y me levantaba mucho más ansiosa”.
Marina, de la Universidad Pompeu Fabra, asegura que el deporte la ayuda a combatir el estrés. “Cuando estoy muy saturada, me voy al gimnasio aunque sea 30 minutos. No estudio más por quedarme todo el día delante del ordenador; al revés, me bloqueo. Moverme un rato me da otra energía”.
Y qué dice la evidencia científica
Los estudios científicos confirman de manera consistente que los estudiantes que hacen ejercicio regularmente tienden a obtener mejores resultados académicos que aquellos que llevan un estilo de vida sedentario. Un estudio publicado en Journal of American College Health encontró que estudiantes universitarios físicamente activos reportaban mejor capacidad para gestionar el estrés, mayor motivación para estudiar y notas más altas en los exámenes.
Los metaanálisis también muestran que la actividad física se asocia con mejoras en funciones ejecutivas y memoria de trabajo, habilidades directamente implicadas en el estudio eficaz. Incluso cuando se controlan variables como el tiempo de estudio, nivel socioeconómico o hábitos de sueño, la práctica regular de ejercicio sigue siendo un predictor positivo del rendimiento académico.